4. Construirme como persona
“Dijo el discípulo a su maestro:
- ¿Cómo puedo experimentar mi unidad con la creación?
- Escuchando –Respondió el maestro.
- ¿Y cómo he de escuchar?
- Siendo un oído que presta atención a las más mínimas cosas que el universo nunca deja de decir”. (Anthony de Mello).He descubierto en mi vida el llamado profundo a ser más, a no dejarme usar ni por los otros ni por el ambiente, a ser humanidad auténtica.
He
visto también que el cerrarme a ese llamado, ocultar mi sed, me lleva al
fracaso.
Ahora
se me hace una nueva invitación. Soy llamado a construirme como persona.
En el
ambiente en que vivimos hay individuos y hay personas. El individuo es aquel
que no se conoce a sí mismo, el que nunca ha pensado ni quién es ni quién
quisiera ser.
Como
no se conoce, el individuo es por principio un enmascarado. Vive de una
apariencia que él mismo llega a creerse. Aparenta amor, aparenta madurez,
aparenta experiencia, aparenta sinceridad..., todo es falso.
El
individuo, además, es alguien fácilmente manipulable. Como no tiene una
personalidad propia, como no se conoce, se deja manejar por el ambiente social,
por la moda, por la publicidad, por lo que los otros dicen.
Pero
el individuo, aunque se deja manipular por los demás, no es atento a las reales
necesidades de los otros. Por eso suele ser sordo ante el clamor de los pobres,
sordo ante el sufrimiento del amigo, sordo ante el drama de la persona
utilizada.
Y con
todo, carece de una voz propia, de una personal manera de pensar y de ser la
vida.
Más
aún, ha ocultado sus más profundas aspiraciones, vive según la rutina
programada por el ambiente, ahogando sus deseos hondos de ser más, prefiriendo
así el camino del egoísmo y de la mediocridad.
¿Y
quién es la persona? La palabra persona viene del latín “personare”, que
significa “sonar a través”, “resonar”. La persona es, por tanto, aquel en quien
resuenan las voces de los otros, las voces del universo.
La
persona es ante todo alguien que se conoce, alguien que puede dar razón de sí.
Por
eso, no utiliza máscaras, sino que se muestra tal y como es. Tiene su propia
voz, su manera personal de mirar la vida y por ende no se deja manipular por
los demás.
Pero
a pesar de eso, es profundamente alguien capaz de escuchar. Como no se deja
utilizar por los otros, puede valorarlos en su justa medida y así, abre su
corazón para la escucha, siente como propio el dolor del amigo, le hiere en los
ojos el aire de los pobres, siente resonar en su interior el llanto del inocente.
Y
desde ahí descubre que su sed de ser más está unida a una lucha por destruir el
egoísmo, por construir el amor.
Pero
no existe la persona en estado puro. Ser persona es una lucha, es un ir
creciendo en humanidad, es un ir madurando en la capacidad de asumir
unificadamente las dimensiones personales desde los valores más profundos.
Yo en
primer lugar SOY UN CUERPO. Mi cuerpo es una realidad biológica que llena todo
lo que soy. Lo que siento, lo que pienso, lo que decido, lo que me produce
alegría o dolor, lo que me da placer o me repugna, todo eso lo expreso o lo
capto con mi cuerpo.
También SOY UNA AFECTIVIDAD. La afectividad es una energía interior que
invade mi realidad personal. Por la efectividad siento interiormente el mundo,
la mano del amigo que me saluda, el beso franco de la persona que quiero, el
cariño, la alegría, la rabia, el dolor. Pero mi afectividad tiene una cualidad
muy importante, y es que no olvida fácilmente los sufrimientos. Por esto,
muchas veces mi afectividad está cargada de dolores, en ocasiones muy lejanos,
sufrimientos de mi niñez.
Además. SOY UNA MENTE. La mente tiene tres funciones básicas:
inteligencia, libertad y voluntad. Por la inteligencia analizo, comprendo,
razono; por la libertad tomo decisiones y por la voluntad realizo lo que mi
libertad decidió hacer.
Pero
ante todo SOY LO MEJOR DE MÍ. Lo mejor de mí es una realidad profunda, íntima,
que hace que yo sea una persona única, original e irrepetible. Lo mejor de mí
es todo lo que experimento como realidades positivas de mi ser. Es el conjunto
de cualidades, valores, actitudes, que reconozco claramente como positivos y
que me dan fuerza para vivir mejor la vida. Es la belleza interior que me
habita.
Estas
son las dimensiones de toda persona. Pero yo como persona puedo estar unificado
o dividido. Estoy unificado cuando lo mejor de mí está en primer lugar. Es
decir, cuando todo eso que siento como positivo condiciona el funcionamiento de
las demás dimensiones. Estoy unificado cuando valoro mi cuerpo desde lo
positivo que hay en mí, cuando me relaciono con los demás desde mis valores
profundos, cuando utilizo mi mente para desarrollar más mis verdaderas
aptitudes, cuando todo lo que hago busca ser fiel a las cualidades profundas
que hay en mí.
Pero
puedo estar dividido. Me divido cuando cada una de las dimensiones de mi
persona va por su propio lado. Cuando mi cuerpo desorientado sólo busca
placeres inmediatos, cuando me olvido de buscar lo que verdaderamente llena los
vacíos profundos que siento y me satisfago con pobres “gustitos” superficiales;
cuando vivo en función del pasatiempo entretenido, de lo último que salió a ala
venta o por la tele, de la publicación pornográfica, del tiempo perdido
irresponsablemente, de las mil relaciones afectivas o sexuales que carecen de
sentido; cuando busco el noviazgo o la amistad para utilizar a la otra persona
y así satisfacer mis deseos; cuando sólo me preocupa lo que me voy a poner o lo
que voy a hacer para matar el tiempo, cuando eso hago, mi cuerpo camina
dividido por su propio lado.
Cuando mi afectividad se llena de angustias o de rabia, cuando sin razón
alguna alguien me cae mal, cuando reacciono con inusitada violencia ante
algunas circunstancias, cuando me dejo dominar por mis complejos, cuando me
dejo manejar por mi timidez, cuando necesito estar llamando la atención, cuando
paso de la excesiva alegría a la excesiva depresión sin razón aparente, cuando
todo esto sucede, mi afectividad camina por su propio lado, dividida.
Cuando mi inteligencia, mi libertad y voluntad, no piensan ni deciden ni
hacen lo que más me realiza como persona, sino que hacen proyectos cómodos, sin
ninguna exigencia y me hundo en la indiferencia, en el egoísmo y en la
mediocridad; cuando justifico con bellas razones mi vida acomodada e
insensible, cuando defiendo mi derecho a este vivir sin sentido y sin entrega,
cuando esto sucede, mi mente camina dividida por su propio lado.
Es
necesario, por tanto, llegar a lo mejor de mí. Sólo desde lo mejor de mí puedo
ser yo mismo, sólo desde ahí puedo conocerme y puedo construirme; sólo desde
ahí puedo preocuparme de los demás y puede crecer en la capacidad de escucha.
Pero
no siempre es fácil descubrir lo mejor de mí. No es fácil porque quizás muchas
veces me han minusvalorado, porque tal vez se han burlado de mí y de mis
valores, porque no pocas veces me han recalcado excesivamente mis defectos,
hasta tal punto que he llegado a dudar de mis cualidades.
No es
fácil porque a los mejor tengo tantas cosas y me han alabado por tantas
realidades que aparento ser, que muchas veces me han admirado por mi posición
económica, por mis experiencias en diversos campos, por mi aparente madurez,
por la imagen que proyecto, que ahora es difícil distinguir mis verdaderos
valores de las caricaturas que admira el ambiente.
Con
todo, es necesario descubrir lo mejor de mí, pues desde mis valores auténticos
(sencillez, conciencia social, humildad, sinceridad, preocupación por el otro,
alegría franca, ternura, capacidad de entrega, etc.), puedo construirme como
Persona.
Sólo
puedo ser Persona construyéndome a
partir de lo mejor de mí, colocando mis valores al servicio de los demás y dejando que las voces
de los otros y del universo resuenen en mí.
Sólo
el que descubre su propia belleza interior, adquiere la capacidad de admirar la
belleza del mundo y la belleza de los demás. Y es que eso es una Persona,
alguien capaz de escuchar las voces de los otros, puesto que vive a partir de
lo mejor de sí.
“El discípulo
preguntó:
-
¿Por qué todo aquí son felices, excepto yo?
-
Porque han aprendido a ver la bondad y la belleza en todas partes –
Respondió el maestro.
-
¿Por qué yo no soy capaz de ver
en todas partes la bondad y la belleza?
-
Porque no puedes ver fuera de ti lo que no has descubierto en tu
interior”. (Anthony de Mello).
PARA PENSAR
1.
Subraya lo que más te llamó la atención en el
documento ¿Por qué?
2.
En qué actitudes concretas mías noto que soy un
individuo.
3.
¿Estoy dividido o unificado como persona? En
concreto, ¿en qué momentos de mi vida siento que me he dejado manejar por el
cuerpo, o por la afectividad, o por la mente? Especificar.
4.
¿Qué es lo mejor de mí? ¿Cuáles son mis valores
profundos, mi belleza interior?
5.
¿En qué momentos de mi vida, veo que me he dejado
guiar por lo mejor de mí?
6.
¿Soy capaz de escuchar las voces de los otros, de
los pobres, de los que sufren? En concreto, ¿qué voces suelen resonar en mi
interior?
7.
Conclusiones personales.
AYUDAS PARA HACER ORACIÓN
Quedarme en silencio delante del Señor.
Sentir
que todo lo que soy, todas mis dimensiones, son un don de Dios.
Presentarle, por tanto, mi vida entera,.
Presentarle, sobre todo, lo mejor de mí. Mis valores más profundos son
presencia de Dios en mi interior.
Sentir con paz mi belleza interior.
Desde ahí escuchar..., sentir las necesidades
de los otros: el amigo, la amiga, la persona especialmente querida, la familia,
los pobres...
Escuchar al Señor. Amarlo ahí.
Interesante propuesta en este ESTAR SIENDO de mí misma....
ResponderEliminarGracias!!!